"Los medios de comunicación son la entidad más poderosa de la Tierra. Ellos tienen el poder de hacer culpable al inocente e inocente al culpable y éste es el poder. Porque ellos controlan la mente de las masas." (Malcolm X)

viernes, 16 de mayo de 2014

Algo muy grave va a suceder en este pueblo


Los alumnos y las alumnas de Primer año leyeron el cuento de Gabriel García Márquez, "Algo muy grave va a suceder en este pueblo" que pueden leer aquí. Para quien prefiera escucharlo, acá abajo les dejo una versión oral del cuento a cargo del gran Alberto Laiseca:


Y después escribieron textos según la siguiente consigna:

"Elija UNO de los siguientes temas y escriba un texto de 200 palabras aproximadamente:
1. Escriba la noticia que apareció en el periódico de un pueblo vecino al día siguiente de la “catástrofe”. Recuerde el formato típico de la noticia: titular, copete, volanta, etc.
2. Relate los sentimientos de alguien que regresa al pueblo donde pasó su infancia y lo encuentra absolutamente destruido y desolado. Describa el pueblo que encuentra.
3. Escriba un diálogo entre el médico del pueblo y un paciente asustado por la “noticia” en el que el médico intente convencer a través de sólidos argumentos que lo que ha escuchado es simplemente un rumor y que todo el pueblo está sugestionado por una falsa realidad."

Entre los muy buenos textos realizados, elegimos esta vez tres de ellos para presentar en este espacio. En primer lugar, Facundo Fernández Martucci eligió la opción número 1 y escribió la siguiente noticia:

ARDE LA CIUDAD

Pueblo quemado por una catástrofe

Un pueblo fue quemado por sus habitantes.

Por Facundo Fernández Martucci

Ayer a las 2 de la tarde, todo un pueblo escapó, ya que los habitantes quemaron sus casas, para que no les cayera la desgracia sobre sus hogares. Todo comenzó con un presentimiento de una señora que vivía en el pueblo, de que algo malo iba a suceder. Ese rumor se fue esparciendo y el pueblo entero se aterró. Comenzaron a creer que todo lo que ocurría era señal de que algo malo iba a pasar, así es que todos los habitantes comenzaron a irse; pero como no querían que sus hogares cayeran en la desgracia, antes de irse, quemaron sus casas y el incendio se expandió incendiando todo lo que tocaba.

Entrevistamos a un habitante del pueblo que nos contó que el momento en el que se escaparon del pueblo se vivió como un éxodo de guerra. Hoy, un día después de la catástrofe, ve al pueblo donde vivió alguna vez y no puede creer cómo ha quedado el lugar donde pasó su infancia.


En segundo lugar, Lara Mouzo eligió la segunda opción: la expresión de sentimientos:

Un regalo especial
Por Lara Mouzo 

Era una tarde gris y lluviosa. Estaba todo aburrido en la casa. El abuelo Rodolfo tenía que cuidar a su nieto Tom de 6 años.-Abuelo, ¿qué hay en esa caja?- preguntó Tom, señalándola.-Ahí está mi osito de cuando era chico. Tiene una historia interesante- contestó el abuelo.-¿Me la contás?-Claro- dijo Rodolfo- pero primero preparemos pochoclos.Cuando los pochoclos estuvieron listos, se sentaron en el sillón del living y comenzó el relato:-Desde que nací y durante mi niñez, yo vivía en un pueblo chiquitito. Hasta que, en mi juventud, tuve que mudarme para estudiar y no volví más.En unas vacaciones tuve ganas de visitar mi pueblo natal.-¿Qué es "natal"?-preguntó Tom.-De donde naciste.- contestó Rodolfo- Entonces... ¿en dónde me quedé? ¡Ah sí! Viajé hasta mi pueblo, pero cuando llegué a la entrada del lugar, me llevé una gran sorpresa, creo que la más grande de mi vida: todo el pueblo estaba completamente destruido, acabado, como si un gigante lo hubiera aplastado. Pocas casas quedaban en pie. Pude reconocer el viejo almacén y fui a averiguar que fue lo que había pasado.
Me contaron que una noche de tormenta eléctrica, mientras todos dormían, un rayo cayó sobre la fábrica de papel y madera causando una gran explosión e iniciando un incendio que se extendió por toda la ciudad y fue imposible de parar.Mucha gente no pudo reponerse a esa tragedia y decidió abandonar el pueblo dejando todos sus recuerdos y pertenencias atrás.De repente, la tristeza invadió mi cuerpo, la nostalgia, los recuerdos...Entre los escombros del pueblo, pude encontrar derrumbada la estación de tren, donde solía jugar de niño y las ruinas en donde en algún momento estuvo mi casa. Caminando entre los ladrillos, pude reconocer la cocina, el living donde pasábamos lindos momentos en familia. También reconocí mi cuarto, en donde, con profunda alegría, encontré este osito tan querido que ahora te regalo para que, al igual que yo, pases lindos y divertidos momentos.

Por último, Rochi Pedernera eligió la tercera opción y escribió esta narración con diálogo entre un médico y su paciente: 

Las mentiras enferman
Por Rocío Pedernera

El estrés me contraía. Era una de esas situaciones, en las que ni pensás lo que hacés, de tanto trabajar. La pequeña salita del hospital de este pueblito estaba muy limpia, a pesar de ser diminuta. 
La pared verde de la habitación era de esa clase de color que lo mirás y te causa dolor de cabeza. Estoy sentado en la incómoda camilla de color negro, pegada contra la pared y miro a través de una ventanita, por la que no podría entrar ni un gatito recién nacido. No entra ni una sola gota de sol del día más soleado. A oscuras de luz natural, pero iluminado con esa luz artificial blanca horrible. 
La suciedad que tenía mi guardapolvo de médico, la transpiración, todo mugroso. Ay, pensé: "Estoy acá desde las 7:00 A.M, lo que nunca en mi vida". 
De repente, dejé de estar distraído . Me froté la cabeza, miré el reloj y dije con firmeza, pero por lo bajo:
-¡No! Perdí tres minutos y medio de mi descanso observando cosas sin importancia. Ya llegaba mi próximo paciente, era un caso urgente. Me dije a mí mismo: “Otra vez el mismo problema, el mismo síntoma producido por un rumor pueblerino. Lo creó la famosa viejita que decía todo el tiempo: ¨Algo malo va a pasar en este pueblo¨”.
Me estaba quedando dormido cuando entró una chica corriendo. Las enfermeras la ayudaron para que no se lastimara. Tenía el cabello marrón rizado y se agarraba fuertemente el vientre. Miró por la ventana, como si algo malo pudiera entrar por ahí. La observé como si esto fuera una situación normal y con cara de estar a punto de morir.
- Doctor, doctor, doctor- Repetía con voz nerviosa. 
La agarré del hombro para tranquilizarla y le dije:
-Tranquilícese para que yo pueda entender qué le pasa.
-Es… es… que el sol me quema. Siento puntadas en la panza. - respiró y luego siguió - La viejita de la vuelta de mi casa dijo que algo malo pasaría y me tocó la panza.
Temblaba mirando el brillo del piso.
-Señorita- la tranquilicé-  nada de lo que dijo la abuela está asegurado. Es solo un rumor. Déjeme revisarla.
Intento que no se note que ya estoy harto de este tema.
Se acostó en la camilla, muy nerviosa, casi a punto de llorar. Una hora después de haberle dicho muchas veces  que era un falso rumor, afirmé muy seguro:
-Mire, señorita, usted se encuentra muy bien físicamente. No tiene nada de lo que usted piensa. En todo caso, el rumor la influenció demasiado y por eso se siente dolorida.
La señorita me miró y poco a poco dejó de temblar. Se quedó unos minutos parada, empezando a respirar bien. Me miró a los ojos, me dio las gracias por ayudarla y finalmente, se fue.

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