¡Hola a todxs!
Lo que van a leer a continuación es mi devolución a
sus reflexiones acerca del trabajo colaborativo que llevamos a cabo en clase y,
sobre todo, fuera de clase. Las nuevas tecnologías nos permiten seguir en
contacto más allá del espacio del aula y de las cuatro horas semanales que
compartimos en el colegio. Además nos facilitan el trabajo en equipo y la
comunicación. Hicimos algo novedoso en un entorno novedoso. Y eso trajo
problemas, soluciones y, sobre todo, aprendizajes.
Este trabajo en colaboración nos
permitió alcanzar productos que cada uno individualmente no hubiéramos podido
lograr. Como dice Rochy: “Hay muchas diferencias entre trabajar así o solo. Una
muy grande es que trabajando solo, no tenés que discutir ideas, solo son las
tuyas. Es bueno trabajar solo, pero al trabajar en grupo hay más ideas en juego
y más talentos. Por ejemplo: uno tiene buena ortografía, el otro es creativo,
otro no tanto. De esa forma sale un mejor producto (…) el saber aceptar las
ideas del otro y que el otro las acepte es algo fundamental, por eso te ayuda a
madurar”
Además, y por sobre todo, nos
permitió dar los primeros pasitos hacia la solidaridad, el esfuerzo y la
participación en pos de un producto en común. Esto nos trajo problemas porque
nunca habíamos trabajado de este modo. Después de todo, nadie aprende haciendo
lo que ya sabe hacer: “Fue una experiencia nueva y muy complicada porque
trabajar en equipo no es simple, debido a que todos tienen ideas diferentes y diferentes
maneras de escribir con las que capaz no estás de acuerdo”, dice Julia.
Definitivamente no es fácil
trabajar en equipo, pero a todo se aprende y el trabajo colaborativo constituye
un aprendizaje como cualquier otro. En este sentido, surgieron conflictos
interesantes: “Tuvimos inconvenientes porque había integrantes del grupo que no
se conectaban y queríamos que participaran”, nos cuenta Olivia. “Tuvimos muchos
problemas desde el comienzo hasta el final”, reflexiona Lara y agrega Sol: “pronto
comenzaron los conflictos por las ideas que teníamos, por el mismo orgullo de
no poner la idea del otro…”. Y continúa: “Creo que somos un desastre como grupo
y que si no hubiera sido por X no habríamos salvado este trabajo.”
Por su parte, Bruno nos cuenta
que su equipo no le “gustó para nada (…) X quería hacer lo que a ella le
parecía, sin darles la opinión a los demás; todas las ideas que no eran de ella,
no le gustaban.” “Es una experiencia nueva para mí, y no fue muy agradable (…),
ya que nos peleamos entre los integrantes del grupo, por ese motivo el grupo se
tuvo que separar en dos (…) Nos costó mucho llegar a los pocos acuerdos
que tuvimos para llegar al producto final”, nos cuenta Facundo.
En fin, todos estos problemas deberían
enseñarnos que está bien que haya conflictos porque somos todos diferentes:
cada uno con sus gustos y sus intereses, con sus habilidades y sus falencias,
con sus tiempos y sus modos… Y eso es lo bueno, porque en la diversidad se
aprende más y mejor. El tema no está en evadir el conflicto sino en enfrentarlo
para solucionarlo y evitar, así, la violencia. Estoy segura de que quienes no
han podido estar conformes con este proceso, encontrarán en trabajos futuros la
manera de solucionar estos conflictos que no son otra cosa que parte de la vida
en democracia.
Sin embargo, no todos fueron
problemas: “Todos nos escuchamos entre todos, y decidíamos qué idea era mejor o
más interesante. Me siento muy contenta con el producto final. No se nos
presentaron muchos problemas a la hora de escribir, todos nos pusimos de
acuerdo. Nos manejamos a través de un grupo de Whats App y ahí decidíamos todo.
Fue una buena experiencia y me demostró que trabajar en grupo no es tan fácil”,
nos cuenta Renata. Por su parte, Valentina nos dice: “Lo bueno de trabajar con
este grupo fue que todos se especializaban en algo, así que nos fuimos
complementando, tal vez alguno sabía escribir de una forma más estética y otro
tenía ideas más creativas, entonces todo quedaba muy bueno”.
Hubo además quienes pudieron
conocer mejor a sus pares y se llevaron sorpresas trabajando con compañeros con
quienes nunca habían trabajado en equipo. Así, nos cuenta Lucía: “Una de esas
personas me sorprendió, porque yo pensé que no iba a escribir nada y que no iba
a comentar ni nada, pero al final terminó siendo distinto porque me di
cuenta de que es el mejor que escribe en el grupo. Aunque se conectaba re poco
para escribir, nos salvó en muchas ocasiones y a él fue el que se le
ocurrió la idea principal. Así que finalmente lo juzgué mal.”
Y también hubo reflexiones acerca
del hecho de “escribir un cuento”, porque no sólo tenían que trabajar en equipo
sino que, además, la tarea que tenían que llevar a cabo tampoco era para
nada fácil: “Trabajar en un cuento realista es bastante difícil
pero NO imposible y también es divertido aportar ideas y crear una
historia”, nos cuenta Belén. “Al principio fue muy difícil, pero después lo pudimos llevar
adelante”, dice por su parte Indiana. Y Facundo: “Uno de los problemas que
apareció (…) fue el bloqueo mental a la hora de escribir” y aclara: “sobre el
bloqueo, simplemente las ideas comenzaron a fluir”
Lo cierto es que no es fácil
contar estéticamente una historia: ¿Cómo decidir qué contar? ¿Cómo elegir la
mejor historia? ¿Cómo encarar el proceso creativo de una obra literaria? ¿Qué
narrador será mejor para contar lo que quiero contar? ¿Cómo manejar el tiempo
narrativo? ¿Cuándo darles la voz a los personajes? ¿Cómo sobrevendrá el
desenlace?
Ezekiel nos cuenta que para
escribir un cuento realista “hay que investigar y armar una historia con
personajes reales y pocos conflictos o un solo conflicto. Ésa fue la parte más
difícil porque cada uno que escribía inventaba algo nuevo y la historia se hacía
cada vez más larga y no se entendía bien.” A su vez, Magalí reflexiona que “no es lo mismo usar muchos personajes
que pocos, si usás muchos personajes en el cuento, tenés que estar pendiente de
que aparezcan en algún momento, no pueden desaparecer.” Y Ramiro: “…no sabíamos
cómo terminar la historia porque los finales que habíamos pensado eran
imposibles o incoherentes, pero al final logramos, creo yo, un buen
producto y aprendimos a trabajar de este modo que era totalmente nuevo para
nosotros”. Además, el mismo proceso de escritura fue llevando a grandes
modificaciones con respecto a la planificación a la que habían llegado en la
segunda etapa: “En la tercera etapa, cuando teníamos que empezar a escribir la
historia, fuimos modificando gran parte de cómo teníamos pensado relatarla:
cada uno tenía sus ideas y a partir de las sugerencias de todos tratábamos de
unirlas y crear el relato”, nos cuenta Mayra.
Pero todo se fue solucionando a
medida que avanzaban en el proceso: “llegamos a resolver los acuerdos
necesarios para que el producto final fuera el mejor” (Julia). “A pesar de
todos los conflictos, ésta fue una experiencia muy interesante y divertida para
mí. Me gusta mucho escribir y se me hace fácil. ¡Ya estoy esperando el próximo
proyecto!” (Lara)
Además aprendimos herramientas de
aprendizaje novedosas con las que nunca nos habíamos encontrado: Google Drive,
Internet, escribir en pantallas: “me gustó trabajar en equipo con mis amigas en
la red porque me da tiempo para pensar más, corregir la ortografía y no hace
falta juntarse”, dice Ezekiel. “Esta experiencia fue muy linda, poder no sólo
trabajar en una hoja sino poder trabajar en Internet. Fue un desafío pero lo
logramos…” (Belén)
Finalmente, muchos reflexionaron
acerca de sus fortalezas y sus debilidades y se propusieron posibles soluciones
para otro futuro trabajo: “Para la próxima me gustaría mejorar la convivencia
en el grupo y no preocuparse tanto por cómo te llevas con tu compañero sino por
el trabajo que tenemos que enfrentar.”(Julia). “Para la próxima ya sabremos cómo
es la dinámica del trabajo” (Valentina)
“Yo no tuve muchas ideas y las
que tuve no las compartí, no sé por qué.
Mi problema fue que me olvidaba de entrar (en la red) para escribir el cuento y
me parece que para resolver ese problema me tengo que anotar las tareas para no
olvidarme de hacerlas" (Lisandro). “Siento que tengo que mejorar y no confiar
tanto en los demás, estar más activo en el trabajo y ver que si no lo hacen,
tengo que terminarlo” (Tobías)
Finalmente, contarles que disfruté mucho de este trabajo con ustedes, que aprendí mucho de ustedes. ¡Sí! ¡Los profes también aprendemos! Los vi enojarse, por momentos, y disfrutar del trabajo, en otros... Los vi crecer a medida que avanzaba el proyecto y los vi reflexionar de manera muy inteligente cuando nos reuníamos por equipos para evaluar nuestras actuaciones. Y disfruté muchísimo de la gestación de cada uno de los cuentos como también disfruté mucho de los trabajos terminados.
Y una cosa más: Fue un placer compartir el año con todos ustedes. Son un grupo muy especial. Espero que se den cuenta de eso.